Objeciones contra los festejos de Navidad y el mito de sus orígenes paganos

Objeción fundamental: La Biblia no indica que debamos celebrar la Navidad

Esperar encontrar algún versículo que diga expresamente “debes celebrar la Navidad, reunirte con tu familia el 24, compartir un almuerzo el 25” y que hasta indique qué alimentos son más saludables dependiendo de la región del planeta de la persona que esté leyendo el pasaje responde fundamentalmente a la imaginación de aquellos que no creen que se haya inventado la locomotora a vapor porque esta no aparece mencionada en la Biblia.

Cuando se medita la Palabra del Señor buscando el alimento espiritual que nos proporciona, en lugar de utilizarla como pretexto para fortalecer argumentos vagos con el objeto de atacar al que no piensa como nosotros, nos encontramos con mandatos como este:

Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación». (Mc 16,15)

Comprobamos que hemos sido llamados a predicar la Buena Nueva, que es la venida al mundo de Cristo, nuestro Señor, para redimirnos del pecado. Esa Buena Noticia, que debe ser enseñada a toda la creación, se inicia con el nacimiento del Mesías, y eso es lo que recordamos cada 25 de diciembre.

Esta misión fue encomendada a la Iglesia, que es la única que, en los momentos donde el materialismo que rige la condición humana se eleva a su máxima expresión, porque lamentablemente esto es lo que ocurre en torno a Navidad en una sociedad descristianizada, proclama a los cuatro vientos, y a veces con todo el viento en contra, la alegría que representa para los hijos de Dios saber que ha nacido el Salvador.

Porque la Palabra, al hacerse carne, se ha convertido en Gloria para todas las generaciones, y esto no puedo ocultarse:

Y la Palabra se hizo carne, puso su tienda entre nosotros, y hemos visto su Gloria: la Gloria que recibe del Padre el Hijo único, en él todo era don amoroso y verdad. (Jn 1,14)

La polémica del Sol Invictus

En esta debatible y muchas veces teórica democracia que representa internet, donde multiplicación de voces no asegura mayor calidad de aportes, se vuelve bastante frecuente encontrar afirmaciones como esta:

«Los romanos celebraban el 25 de diciembre la fiesta del Natalis Solis Invicti o asociada al nacimiento de Apolo. El 25 de diciembre fue considerado como día del solsticio de invierno, y que los romanos llamaron bruma. Cuando Julio César introdujo su calendario en el año 45 a. C., el 25 de diciembre debió ubicarse entre el 21 y 22 de diciembre de nuestro Calendario Gregoriano. De esta fiesta, se tomó la idea del 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesucristo»[1].

Hay mucho para decir respecto de esta aserción tan contundente. El mencionado festival pagano, el Sol Invictus mencionado en el citado artículo fue instituido de forma oficial por el emperador Aureliano en el año 274 transformándose en el culto oficial del Imperio. Contrariamente a lo que se presupone, se trataría de un intento pagano de generar una alternativa romana a una fecha que para ese tiempo debía gozar de bastante ascendencia entre los cristianos.

La fecha no ofrecía ningún sentido religioso en el calendario festivo del paganismo antes de aquel momento, y el culto al sol tampoco tenía previamente un papel importante en Roma. Aureliano, quien gobernó desde el 270 hasta su asesinato en 275, no forma parte de los emperadores que persiguieron a los cristianos, pero ciertos cronistas de la antigüedad dejan entrever una cierta hostilidad de su parte hacia el cristianismo.

Está documentado que este emperador promocionó el establecimiento del festival del “Nacimiento del Sol Invicto” como una forma eficaz de unificar distintos cultos de la religión romana en torno a la conmemoración de un “renacimiento” anual del sol.

Aureliano, de origen humilde pero con la suficiente capacidad para ascender de soldado raso hasta una posición elevada con anteriores emperadores, ocupó el cargo en momentos en que el Imperio veía amenazada su integridad por los ataques de tribus germanas en el norte, por el Imperio Persa en el este y otros enemigos que dentro de sus fronteras provocaban agitaciones internas y rebeliones en las provincias, sumados a un profundo declive en el plano económico. Era esperable que con semejante panorama uno de sus objetivos fuera buscar la forma de restaurar el orden.

Retomando el paralelismo Sol Invictus - Navidad, aún para el tiempo en que era emperador Licinio (308-324) el día del nacimiento del Sol Invictus no se celebraba el 25 sino el 19 de diciembre. El primer manuscrito que testimonia el día 25 como el escogido para la festividad pagana es el Cronógrafo, que data del año 354 y se trata de una colección de documentos de diversos temas que atañen a la vida romana.

Todos estos hechos son posteriores al año 204, cuando Hipólito de Roma (170-235) ya ubica el nacimiento de Cristo el 25 de Diciembre, lo que da por tierra con la leyenda de que Navidad es una cristianización de una fiesta pagana anterior.

¿Dónde se origina entonces el mito del origen pagano de la Navidad? Sin duda la leyenda comienza a extenderse en el transcurso del siglo XVII. Para ello debemos introducir un nombre, que es el de los puritanos ingleses. Se trata de una facción protestante que tuvo su apogeo en los siglos XVI y XVII, cuyo objetivo era “purificar” la iglesia británica de prácticas católicas, buscando transformar al protestantismo inglés en aún “más protestante”.

Dentro de sus reglas estrictas este grupo aborrecía las fiestas, siendo especial su odio por la Navidad, de la que critican las celebraciones y la alegría de las ceremonias. Bajo el argumento que la Biblia no especificaba la fecha de nacimiento de Cristo, los puritanos consideraban la festividad como un invento pecaminoso de la Iglesia Católica que debía ser abolido inexorablemente.

Tiempo más tarde, el teólogo y predicador protestante alemán Paul Ernst Jablonski (1693-1757) y otros autores intentaron probar con obras de escaso valor académico que detrás del 25 de diciembre se ocultaba una fiesta romana con tintes exclusivamente paganos. Por el mismo tiempo, el jesuita Jean Hardouin (1646-1729) difundió una particular teoría de falsificación universal, poniendo en duda todas las fuentes históricas conocidas, lo que respaldaba la tesis de los puritanos sobre los orígenes paganos de la Navidad.

La investigación de Hardouin fue desacreditada por sus disparatadas afirmaciones, como por ejemplo, que todos los Concilios de la Iglesia Católica anteriores a Trento eran ficticios y que los textos clásicos de la cultura grecorromana antigua habían sido en realidad elaborados por monjes en los siglos XIII y XIV.

¿Es posible saber cuándo nació Jesús?

No solo que puede confirmarse que Jesús nació un 25 de diciembre sino que lo extraño a esta altura debería ser sostener lo contrario. Compartamos primero este pasaje del Evangelio de San Lucas:

Siendo Herodes rey de Judea, vivía allí un sacerdote llamado Zacarías. Pertenecía al grupo sacerdotal de Abías, y su esposa, llamada Isabel, era también descendiente de una familia de sacerdotes. Ambos eran personas muy cumplidoras a los ojos de Dios y se esmeraban en practicar todos los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, pues Isabel no podía tener familia, y los dos eran ya de edad avanzada. Mientras Zacarías y los otros sacerdotes de su grupo estaban oficiando ante el Señor, le tocó a él en suerte, según las costumbres de los sacerdotes, entrar en el Santuario del Señor para ofrecer el incienso. Cuando llegó la hora del incienso, toda la gente estaba orando afuera, en los patios. En esto se le apareció un ángel del Señor, de pie, al lado derecho del altar del incienso. (Lc 1,5-11)

Tras este relato, quiero hablar del poco conocido Libro de los Jubileos, texto considerado apócrifo en la tradición judeo-cristiana, con excepción de la iglesia copta, donde forma parte de los canónicos. Se ofrece en sus páginas una crónica de la historia del mundo desde la mirada hebrea, dividida en jubileos (períodos de 49 años).

Este libro ofrece los datos suficientes para reconstruir el turno de los sacerdotes en el templo. Como leemos en el citado pasaje de Lucas, Zacarías pertenecía al grupo sacerdotal de Abías. Con la información que nos proporciona el Libro de los Jubileos es posible reconstruir el orden de los sacerdotes en el templo.

El turno de Abías era el octavo de los 24, y correspondía a la última semana de Septiembre, lo que viene a confirmar la primitiva tradición de celebrar la festividad del anuncio del Ángel a Zacarías el 23 de dicho mes, el nacimiento de San Juan Bautista el 24 de junio y la fecha de Navidad el 25 de diciembre, teniendo en cuenta que cuando el Ángel le anuncia a María que iba a concebir por obra del Espíritu Santo Santa Isabel ya iba “por el sexto mes” (Lc 1,36).

Humilde conclusión

El siglo XXI encuentra a un número para nada irrelevante de quienes habitamos este mundo que conmemoran el aniversario de un natalicio, ¡Olvidándose del cumpleañero! La gran mayoría de los que celebran la Navidad han contribuido a poner tan atrás a Cristo que apenas podemos ver su rostro. Detrás de tantos fuegos artificiales y exceso de alcohol y calorías parece no haber lugar para cunas y pesebres.

El protagonista indiscutible de la Navidad debe ser siempre Cristo. Que la publicidad, invento de hombres buscando incidir en otros hombres para adquirir muchas veces lo que no necesitan, no nos conduzca a mirar hacia otro lado. Al fin de cuentas, la humanidad continúa con la tendencia nacida de la desobediencia de nuestros primeros padres: intentar construir un “dios” a su medida, que no exija ni espere nada.

Belén, rotundo signo de humildad divina, es un nombre cargado de simbolismo: en hebreo se traduce como casa de pan, y el Mesías que nace allí es Pan de vida. Para que se cumpliera la profecía davídica, Cristo necesitaba nacer de la Virgen María, y también de San José, al ser este último de la descendencia de David.

Que el niño de Belén, Pan de Vida y Palabra eterna del Padre sea parte del corazón de cada uno de nosotros para que la Navidad vuelva a tener en nuestro interior su auténtico significado: Dios eligiendo venir al mundo envuelto en pañales y sumido en la pobreza para nuestra salvación.



[1] Los orígenes de la Navidad.  https://historia.nationalgeographic.com.es/a/origenes-navidad_6901

Mariano Torrent