Jesús en testimonios de autores no cristianos contemporáneos a Él

Los testimonios de autores contemporáneos no cristianos acerca de la figura histórica de Cristo y de los orígenes del cristianismo son más bien escasos, pero suficientes para establecer su historicidad. Al ser escasos los documentos, deberemos centrar el análisis en la solidez de los mismos.


Allá por el año 73, un sirio llamado Mara Bar Serapión escribe desde la cárcel una carta a su hijo describiendo lo que sucede a las naciones que sacrifican a sus ciudadanos más ilustres3: « ¿Qué provecho obtuvieron los atenienses al dar muerte a Sócrates, delito que hubieron de pagar con carestías y pestes? ¿O los habitantes de Samos al quemar a Pitágoras, si su país quedó pronto anegado en arena? ¿O los hebreos al ejecutar a su sabio rey, si al poco se vieron despojados de su reino? Un dios de justicia vengó a aquellos tres sabios. Los atenienses murieron de hambre; a los de Samos se los tragó el mar; los hebreos fueron muertos o expulsados de su tierra para vivir dispersos por doquier. Sócrates no murió gracias a Platón; tampoco Pitágoras a causa de la estatua de Era; ni el rey sabio gracias a las nuevas leyes por él promulgadas»4. No es difícil asociar a Jesús con el sabio rey ejecutado por los judíos.

Es imposible averiguar si su información proviene de fuentes cristianas o paganas, aunque el hecho de mencionar a Jesús como un “rey sabio” y no como el Hijo de Dios o el Salvador del mundo sugiere que sus comentarios proceden de fuentes no cristianas. La prueba de que el autor no habría sido cristiano es que recuerda a Jesús por su enseñanza, y no por su resurrección, lo cual lo distinguiría como cristiano5.

Lo que sí parecen indicar sus palabras es que ya en la segunda mitad del siglo primero, Cristo era considerado en sectores del mundo pagano como un gran maestro al nivel de grandes personajes de la antigüedad, y que su muerte era considerada un hecho histórico, cuyas enseñanzas eran transmitidas por sus seguidores6.

En el año 111, el entonces emperador romano Trajano envía a Bitinia (provincia del Asia Menor) al procónsul Plinio el Joven. Un año después este escribe una carta al emperador refiriéndose al Cristianismo, desde su mirada romana, como a una superstición, pues «se reúnen antes de salir el sol, cantan himnos a Cristo, como si fuese Dios»7.

Tácito, en sus Anales, hacia el año 115, habla del gran incendio de Roma, atribuido a Nerón en el 64, que culpaba a los cristianos de todo: «Para hacer cesar esta voz, presentó como reos y atormentó con penas refinadas a aquellos que, despreciados por sus abominaciones, eran conocidos por el vulgo con el nombre de cristianos. Este nombre les venía de Cristo, el cual, bajo el reino de Tiberio, fue condenado a muerte por el procurador Poncio Pilato. Esta condena suprimió, en sus principios, la perniciosa superstición, pero luego surgió de nuevo no sólo en Judea, donde el mal había tenido su origen, sino también en Roma, a donde confluye todo lo abominable y deshonroso y donde encuentra secuaces»8.

El autor no solamente liga el nombre de Cristo a una religión ya difundida por toda Palestina, sino que sostiene su existencia, su condenación y su suplicio, fija su cronología e incluso da nombres propios, el de un Emperador y un prefecto de una provincia romana9. Y no tomamos aquí el testimonio de un cronista más: Tácito es considerado no solo como el mayor historiador latino de la historia, sino también como uno de los mayores elitistas en prosa latina10. Según los estudiosos modernos, en calidad de senador tuvo acceso a los registros del senado romano, lo que proporciona una base de mayor credibilidad a sus obras11.

En su obra Vidas de los doce Césares, escrito hacia el 121, Suetonio menciona el nombre de Chrestos (Cristo). Se refiere a las medidas tomadas por el Emperador Claudio respecto a varias regiones del Imperio. En una parte se lee, respecto a los judíos de Roma, que Claudio “expulsó de Roma a los judíos, continuamente turbulentos por instigación de Chrestos”. Y aquí nos encontramos con una de las muchas concordancias que algún libro de la Biblia presenta con un relato de fuentes no cristianas contemporáneas a Jesús12: En los Hechos de los Apóstoles (18,2) puede leerse acerca de un decreto del emperador Claudio expulsando de Roma a… ¡Todos los judíos!

Luciano de Sarmosata fue un escritor griego, maestro de la sátira, del siglo II. De su obra La muerte de Peregrino se deduce que Jesús fue adorado por cristianos en Palestina; que fue crucificado luego de vivir como un “sabio”; que sus seguidores eran considerados hermanos, que se creían inmortales y tenían libros sagrados que leían a menudo13.

Párrafo aparte para el históricamente debatido testimonio de Flavio Josefo, que en el libro 18, capítulo 3 de su obra Antigüedades Judaicas escribió:

«Por aquella época apareció Jesús, hombre sabio, si es que se le puede llamar hombre, fue autor de obras maravillosas, maestro para quienes reciben con gusto la verdad. Atrajo a sí muchos judíos y también muchos gentiles. Este era el Cristo. Habiendo sido denunciado por los primados del pueblo, Pilato lo condenó al suplicio de la cruz; pero los que antes le habían amado le permanecieron fieles en el amor. Se les apareció resucitado al tercer día, como lo habían anunciado los divinos profetas que habían predicho de El ésta y otras mil cosas maravillosas. De él tomaron su nombre los cristianos, cuya sociedad perdura hasta el día de hoy».

Josefo, hijo del líder religioso judío Matthius, nació en el año 37 d. C., pocos años después de la crucifixión, y debido al lugar y a la época dónde nació, debía estar familiarizado con los hechos y las enseñanzas de Jesús. En el año 67 comienza a escribir como historiador de la corte para el emperador romano Vespasiano, escribiendo casi treinta años más tarde sus Antigüedades de los judíos, donde aparece el citado pasaje acerca de Jesús14.

La mayoría de los estudiosos juzga como auténtica la referencia a Jesús, pero no en los términos en que la conocemos, aunque sí están de acuerdo en reconocer como original la mención a los prodigios realizados por Jesús, por lo tanto, según el testimonio de Flavio Josefo, Jesús realizó milagros15.

Dentro de un pasaje con expresiones típicas de Josefo, las tres que despiertan rechazo de gran parte de la crítica son: “Si se le puede llamar hombre”; “Este era el Cristo” y “Se les apareció resucitado al tercer día, como lo habían anunciado los divinos profetas que habían predicho de El ésta y otras mil cosas maravillosas”. Estas en modo alguno podrían atribuirse a Josefo, que murió siendo judío16.

En The New Encyclopedia Británnica (1995) puede leerse acerca de las fuentes citadas: «Estos relatos independientes demuestran que en la antigüedad ni siquiera los opositores del cristianismo dudaron de la historicidad de Jesús, que comenzó a ponerse en tela de juicio, sin base alguna, a finales del siglo XVIII, a lo largo del XIX y a principios del XX»17.

Hay quienes levantan la voz en contra de la existencia de Jesús planteando como argumento que son muy pocos los testimonios no cristianos que ofrecen alguna mención sobre su persona. Por el contrario, es muy lógico que esto sea así, y me atrevo a decir que la abundancia de autores paganos contemporáneos a Jesús refiriéndose a Él hubiera sido, digamos, sospechoso.

Tengamos en cuenta que la vida en la Tierra de Jesús transcurrió en la región de Palestina, dominada por el Imperio Romano, dividida en cuatro provincias (Galilea, Samaría, Judea y Perea) y con una extensión total de unos 30.000 km2 18 formando parte de un imperio cuya extensión, al morir el Emperador Augusto (año 14 d. C.) era de 3.339.500 km2 19 . Palestina representaba menos del 1 % del total de la superficie romana de aquel momento. Nos encontramos ante una región muy pequeña (tengamos en cuenta que la provincia de Entre Ríos tiene una superficie de 78781 km², es decir, casi el triple de prolongación)20. A nivel países, para dar ejemplos contemporáneos, los dos estados independientes más cercanos en superficie a la Palestina de los tiempos de Cristo son Lesoto y Armenia21. Tenga a bien, estimado lector, buscar en su memoria cuántas veces, en pleno siglo XXI y en la era de la información al instante, ha visto noticias referidas a alguna de estas dos naciones que estoy mencionando. Nunca o prácticamente nunca, al tratarse de estados muy pequeños y sin grandes sucesos que ofrecer. Pues ahora pongamos a volar la imaginación, y retrocedamos dos mil años en el tiempo, al primer siglo de la era cristiana. ¿Qué noticias podía generar más allá de las fronteras de la desapercibida Palestina la figura de Jesús?

«Son muy pocos los textos no cristianos y no judíos que datan de una época cercana a la existencia de Jesucristo y se refieren a su figura. Ello es debido a que, durante su corto ministerio, Jesús el Nazareno no pasó de ser para el mundo de su época un mero problema de orden público, y además muy localizado, sin relevancia más allá de las fronteras de una Galilea y una Judea de escasa importancia en la inmensidad del Imperio romano, y a cuya trascendencia histórica fueron ajenos todos los que lo conocieron»22.

En realidad, desde el lado del judaísmo podemos encontrar, si bien no un testimonio concreto sobre Cristo en lo que voy a referir, sí un indicio de lo extendido que estaba la creencia en Él como el Señor pocas décadas después de su muerte en la Cruz: Alrededor del año 85 la duodécima de las Dieciocho bendiciones – Shemoneh Esreb, una de las plegarias más importantes de las sinagogas – fue reformulada, de forma que incluía una maldición contra los minîm o herejes, principalmente contra los judíos que creían que Jesús era el Mesías23.

Como conclusión a este capítulo, me veo en la obligación de decir que nadie con un mínimo de cultura - hago esta salvedad porque nunca faltan aquellos que quieren dictar cátedra de temas que desconocen absolutamente – puede en la actualidad pretender negar que en el siglo primero de nuestra era existió en Palestina la persona que nosotros los creyentes llamamos Jesús de Nazaret, y al cual consideramos hijo de Dios. Otra cosa muy distinta, y para intentar aclarar esas cuestiones en la medida de mis posibilidades presento esta modesta obra, es la consideración de cada uno sobre quién era el tal Jesús. Para algunos, se trata de alguien sobresaliente en sus enseñanzas, un modelo a seguir, un soñador que se enfrentó a los poderosos y sucumbió ante ellos.

Con la premisa que la existencia de Jesús es una realidad histórica, lo que las siguientes páginas tratarán de exponer es en primer lugar la credibilidad de las principales fuentes que nos hablan de Jesús, para luego meternos de lleno en la cuestión central de nuestra fe: La divinidad de Cristo y su resurrección de entre los muertos.

3 Pedro Puigvert: ¿Cómo llegó la Biblia hasta nosotros? Ed. Clie. Barcelona. 1999.

4 M. Arrizabalaga: Testimonios no cristianos de la existencia de Jesús de Nazareth. En internet: https://www.abc.es/sociedad/20140417/abci-testimonios-cristianos-existencia-jesus-201403101319.html

5 Gerardo Sánchez Mielgo: Claves para leer los Evangelios Sinópticos. Ed. San Esteban – EDIBESA. Salamanca – Madrid. 1998.

6 Pedro Puigvert: ¿Cómo llegó la Biblia hasta nosotros? Ed. Clie. Barcelona. 1999.

7 Salvador Pié-Ninot: La teología fundamental (5ta. Ed.) Ed. Secretariado Trinitario. Salamanca. 2002.

8P. Antonio Rivero: Curso de Cristología, I. En internet: http://autorescatolicos.org/misc02/antoniorivero01.pdf

9 Pablo Buysse: Hacia la Fe Católica II. Jesús ante la crítica. Ed. Litúrgica Española. Barcelona. 1930.

10 Biografía de Cayo Cornelio Tácito. En internet: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/t/tacito.htm

11 Marcelo Ferrando Castro: Los Anales de Tácito, fuente histórica sobre el Imperio Romano. En internet: https://redhistoria.com/libros-gratis-los-anales-de-tacito-fuente-historica/

12 Gonzalo Balderas Vega: Jesús de Nazareth: Una recuperación de su historia desde los Evangelios sinópticos. UIA. México D.F. 2003.

13 Chris Du-Pond: Resurrección de Jesús. En internet: http://veritasfidei.org/resurreccion-de-jesus/

14 Alex McFarland: Las 10 objeciones más comunes al Cristianismo. Casa Creación. 2008.

15 José Miguel García: Los orígenes históricos del Cristianismo. Ed. Encuentro. 2007.

16 José Miguel García: Los orígenes históricos del Cristianismo. Ed. Encuentro. 2007.

17 Jesús, ¿mito o historia? I. En internet: https://explorandolafe.wordpress.com/2016/10/26/jesus-mito-o-historia-i/

18 Mirta Villanueva de Di Pasquo: El relato de Dios. Parte I: El Nuevo Testamento. Ed. Dunken. Buenos Aires. 2013.

19 Demografía del Imperio Romano. En internet: https://es.wikipedia.org/wiki/Demografía_del_Imperio_romano

20 Provincia de Entre Ríos. En internet: https://es.wikipedia.org/wiki/Provincia_de_Entre_R%C3%ADos

21 Países por superficie. En internet: https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_superficie

22 Luis Antequera: El Cristianismo desvelado: Respuestas a las 103 preguntas más frecuentes sobre el Cristianismo, II. Ed. EDAF. Madrid. 2007.

23 Raymond E. Brown: El nacimiento del Mesías. Comentario a los relatos de la infancia. Ediciones Cristiandad. Madrid. 1979.

Autor: Mariano Torrent (*)

(*) Editor de Mundo Católico

Fragmento del libro "Habitó entre nosotros"